Es complicado crear un sistema mediante el
cual un «ojo en el cielo» ayude a guiar automóviles, aviones y barcos todo el
tiempo. Por ejemplo, los GPS que la mayoría de la gente conoce funcionan porque
hay entre 24 y 32 satélites girando permanentemente alrededor de la Tierra a
una altura de poco más de 20.000 km (12.500 millas). Esos satélites deben
mantener una velocidad y una altura constantes para proporcionar indicaciones
precisas.
Los complicados sistemas de posicionamiento
global actuales son solo una pequeña analogía de lo que Dios puede hacer. Él le
prometió a Israel: «El Señor te guiará continuamente…» (Isaías 58:11 lbla). El
salmista sabía que no podía ir a ningún lugar sin que Dios no supiera dónde
estaba (Salmo 139:7-8). Mucho antes de los GPS, el Señor ya estaba sentado
«sobre el círculo de la tierra» (Isaías 40:22) y veía todo.
Saber que hay alguien que nos rastrea dondequiera
que estemos puede darles miedo a quienes tratan de esconderse. Pero para el
creyente, esta verdad brinda gran gozo y seguridad. Independientemente de dónde
se encontrara, el salmista confiaba en que la mano de Dios lo guiaría (Salmo
139:10).
El Señor ha prometido guiarte y acompañarte
hoy. Es el mejor Guía que puedas tener, y desea llevarte por los senderos
correctos.
Para no equivocarte
de camino, deja que Dios te guíe. (RBC)