Muchos anhelan pasar un
tiempo diario con Dios, orando y leyendo su Palabra. Irónicamente, el exceso de
actividad suele distraerlos, y la frustración aumenta a medida que las
ocupaciones parecen llenar los horarios vacantes de sus agendas.
Oswald Chambers comenta sabiamente
sobre el poder transformador de pasar aunque sea cinco minutos en la presencia
del Señor. Sin duda, aun un tiempo breve de intercesión y lectura de la Palabra
es sumamente valioso: «Lo que nos moldea no es aquello a lo que le dedicamos
más tiempo, sino lo que ejerce mayor poder. Cinco minutos con Dios y su Palabra
valen más que todo el resto del día». Ahora bien, podría parecer que Chambers
exagera; sin embargo, aun un breve tiempo de oración puede tener resultados
extraordinarios, porque Dios es poderoso.
A veces, nuestros días están repletos
de obligaciones que no dejan tiempo para escuchar a Dios y responderle. Pero,
independientemente de donde estemos, cualquier instante dedicado a
construir nuestro «altar» espiritual al Señor, como hizo Abram (Génesis 12:8),
da paso a su poder transformador. Si te resulta difícil establecer un tiempo
para estar con Dios, puedes empezar con solo cinco minutos y ver qué sucede. El
Señor anhela encontrarse con nosotros y mostrar su poder en nuestra vida.