Muchas personas que asisten a los
espectáculos de Marc Salem piensan que puede leer la mente. Sin embargo, él lo
niega y dice que no es ni vidente ni mago, sino un observador minucioso de las
personas. Le declaró a la escritora Jennifer Mulson: «Vivimos en un mundo que
es mayormente invisible para nosotros porque no prestamos atención […]. Yo soy
sumamente sensible a lo que la gente emite» (The Gazette, Colorado Springs,
Estados Unidos).
Es interesante notar qué veía Jesús cuando se
encontraba con la gente. Su conversación con un joven rico que buscaba tener
vida eterna se registra en los Evangelios de Mateo, Marcos y Lucas. Marcos
incluye este detalle en su narración: «Entonces Jesús, mirándole, le amó…»
(Marcos 10:21). Algunos tal vez consideraron que este hombre era arrogante (vv.
19-20), mientras que otros quizás envidiaron su riqueza; sin embargo, Jesús lo
miró y lo amó.
A menudo, nos centramos en la triste partida
del hombre y su aparente falta de disposición para renunciar a sus
riquezas y seguir a Jesús (v. 22). Cuando los discípulos se preguntaron en voz
alta sobre cuán difícil es que un rico entre en el reino de Dios (v. 26),
«Jesús, mirándolos, dijo: Para los hombres es imposible, mas para Dios, no;
porque todas las cosas son posibles para Dios» (v. 27).