Los comandantes militares siempre
quieren tener suficientes soldados para llevar a cabo su misión. La mayoría
preferiría tener demasiados en vez de pocos, pero no todos concuerdan con
respecto a qué cantidad es suficiente.
Cuando Gedeón reclutó un ejército de
32.000 hombres para luchar contra los que oprimían a los israelitas, el Señor
le dijo: «El pueblo que está contigo es mucho para que yo entregue a los
madianitas en su mano, no sea que se alabe Israel contra mí, diciendo: Mi mano
me ha salvado» (Jueces 7:2).
Entonces, el Señor empezó a reducir el
ejército de Gedeón. Cuando permitió que se fueran los que tenían miedo, 22.000
hombres regresaron a su casa (v. 3). Una segunda reducción disminuyó el
potencial de los 10.000 soldados restantes a 300, de los cuales el Señor dijo:
«Con estos trescientos hombres […] os salvaré, y entregaré a los madianitas en
tus manos» (v. 7). Y así fue (vv. 19-23).
En nuestra vida de fe, nuestros
recursos pueden convertirse en enemigos de la confianza. Dios quiere que
dependamos de Él, no de nuestra propia fuerza, ya sea física, financiera o
intelectual.
Cuando el Señor reduce nuestros
recursos de «32.000 a 300», no está castigándonos, sino que es su manera de
preparar las cosas para que Él sea glorificado a través de nuestra vida, al
reconocer su poder y confiar en su ayuda.
Cuando Dios nos asigna una tarea imposible, esta se torna posible. (RBC)