Mientras esperaba para girar a la
derecha en un cruce muy transitado, apareció una ambulancia en la cima de una
colina, a toda velocidad y en la misma dirección que yo. Alguien tocó la bocina
desde atrás para que yo avanzara. Sabía que la ambulancia no se detendría y
que, si giraba, podría ocurrir un desastre. Así que, mantuve el pie en el freno
y me quedé donde estaba.
Espiritualmente hablando, debemos
«quedarnos donde estamos» y permanecer fieles a Dios aunque los demás nos
presionen. El rey Salomón tuvo que aprender esto a la fuerza. Comenzó su
reinado pidiéndole a Dios sabiduría (1 Reyes 3:9), y su oración al dedicar el
templo reveló su lealtad (8:23, 61), pero no mantuvo su consagración. Se casó
con muchas mujeres extranjeras que, a la larga, lo indujeron a adorar a otros
dioses. Cerca del final de su vida, «su corazón no era perfecto con el Señor su
Dios» (1 Reyes 11:1-6; Nehemías 13:26).
En la actualidad, al igual que en los
tiempos antiguos, la gente puede inducirnos a ser desleales a Dios y su verdad.
Sin embargo, con la ayuda del Señor, podemos permanecer aferrados a la palabra
de vida (Filipenses 2:16). Si te sientes presionado a entrar en una peligrosa
intersección de creencias, estudia la Palabra de Dios, ponte su armadura
(Efesios 6:10-18) y pídele al Espíritu Santo que te ayude (1 Corintios
2:10-12). Después, permanece firme con tus hermanos en Cristo.
Para evitar que te empujen hacia el error, mantente bien aferrado a la verdad. (RBC)