Conocí a una mujer
encantadora llamada «Mamá Charlie», quien había criado alrededor de una docena
de niños adoptados. La justicia se los había asignado, y ella les brindaba un
hogar con estabilidad, orientación y amor. Me contó que, cada vez que llegaba
un niño nuevo, lo primero era explicar «las reglas de Mamá», las cuales
incluían la manera de comportarse más una serie de tareas que beneficiarían
enormemente a la ocupada familia y, al mismo tiempo, les enseñarían a ser
responsables a pesar de su escasa capacitación previa.
Quizá algunos de los
niños se mostraban reacios ante las «reglas de Mamá», porque pensaban que los
privaba de divertirse y disfrutar. Sin embargo, nada de eso era verdad, porque
esos patrones de conducta permitían que el hogar funcionara en orden, y que
todos pudieran vivir en paz y gozosos.
Asimismo, algunos
consideran que los estándares que Dios establece en la Biblia son obstáculos
para disfrutar de la vida. No obstante, estos límites sin duda nos protegen de
nuestras peores inclinaciones y promueven respuestas saludables para con Él.
Por ejemplo, en Efesios 4, Pablo nos da algunas instrucciones sobre cómo vivir. Si obedecemos estas y otras indicaciones amorosas del Señor, estaremos protegidos y tendremos la oportunidad de disfrutar de verdad y permanentemente.
La Palabra de Dios es la brújula que nos mantiene en curso. (RBC)