En la década de 1960,
la banda The Byrds popularizó la canción Turn! Turn! Turn! [¡Gira! ¡Gira!
¡Gira!]. Subió a la cima de las 100 canciones más destacadas en Estados Unidos
y se hizo popular en el mundo entero. La gente parecía cautivada con la letra. No
obstante, lo interesante era que, excepto por la última línea, esas palabras
eran del libro del Antiguo Testamento llamado Eclesiastés.
«Todo tiene su
tiempo», proclama el escritor de Eclesiastés, «y todo lo que se quiere debajo
del cielo tiene su hora» (3:1). Después, enumera algunas de las etapas de la
experiencia humana: nacimiento y muerte, ganancias y pérdidas, lágrimas y
risas, luto y baile. Así como las estaciones de la naturaleza cambian, lo mismo
sucede con las épocas de la vida. Nuestras circunstancias nunca se mantienen
igual por mucho tiempo.
A veces, recibimos
bien los cambios en nuestra vida. Pero a menudo, resulta difícil, en especial
cuando implica tristeza y pérdidas. Sin embargo, aun entonces podemos dar
gracias de que Dios no cambia. A través del profeta Malaquías, declaró: «Porque
yo el Señor no cambio» (Malaquías 3:6).
Como Dios es constante, podemos descansar en Él durante las etapas cambiantes de la vida. El Señor está siempre presente con nosotros (Salmo 46:1), su paz tiene poder para cuidar nuestro corazón (Filipenses 4:7) y su amor proporciona seguridad para nuestra alma (Romanos 8:39).
La naturaleza inmutable de Dios es nuestra seguridad durante los tiempos de cambio. (RBC)