Oír estas palabras en Navidad brinda consuelo a muchos. Pero algunos no pueden internalizar el mensaje porque viven confundidos. Han perdido un ser amado, siguen sin trabajo, padecen una grave enfermedad o una depresión que no desaparece. Sus corazones claman a viva voz: «¡No todo está bien, no para mí!».
Sin embargo, para quienes celebramos el nacimiento de nuestro Salvador, todo sí está bien en Cristo, a pesar de la noche oscura que atraviese nuestra alma. No estamos solos en medio del sufrimiento. Dios está a nuestro lado y promete que nunca nos abandonará (Hebreos 13:5), que Su gracia basta (2 Corintios 12:9), que suplirá nuestras necesidades (Filipenses 4:19) y que nos dará el regalo asombroso de la vida eterna (Juan 10:27-28).
Al repasar las promesas del Señor, coincidimos con las palabras del poeta John G. Whittier: «Delante de mí y también atrás, Dios está, y todo está bien».
La paz de Dios hace reposar nuestra cabeza cuando Sus promesas calman el corazón. (RBC)