Aunque los estudiantes no alcanzan a identificarse por completo con la situación, estarán mejor capacitados para servir a los ancianos en el futuro.
A veces, Dios nos da la oportunidad de utilizar las lecciones que aprendimos y el consuelo que Él nos concedió en momentos difíciles, para ayudar a otros de manera especial. Pablo lo señaló cuando dijo: «Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación…» (2 Corintios 1:3-4).
¿Estás utilizando para beneficio de la vida de otros las lecciones que aprendiste durante tus pruebas? Recuerda: aun las cosas pequeñas pueden significar mucho.
Dios no nos consuela para que nos sintamos confortables, sino para convertirnos en consoladores. (RBC)