Sin embargo, el viaje del niño Jesús fue de mucho más que 130 kilómetros. Él dejó Su lugar en el cielo a la diestra de Dios, vino a la tierra y tomó forma humana. Finalmente, lo colgaron en una cruz para que muriera y lo sepultaron en una tumba prestada. Pero el trayecto no había terminado, porque conquistó la muerte, salió de la tumba, volvió a caminar entre los hombres y ascendió al cielo. Más aún, el viaje no terminó allí. Un día, Jesucristo regresará como Rey de reyes y Señor de señores.
Mientras vayas a alguna parte durante este mes para celebrar la Navidad, reflexiona en el viaje que Jesús hizo por nosotros. Descendió del cielo a la tierra para morir por nosotros y poner a disposición la salvación por medio de Su muerte en la cruz y Su gloriosa resurrección.
¡Alaba a Dios por aquel primer viaje de Navidad!
Jesús vino a buscarnos a la tierra para que pudiéramos ir al cielo con Él. (RBC)