Cuando los seguidores de Cristo se enfrentan con enojos y agresividades, pueden ser pacificadores. Pablo le escribió a la iglesia de Roma planteándole este desafío: «Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres» (Romanos 12:18). ¿Qué significa esto? Por un lado, que debemos controlar lo que está a nuestro alcance. No podemos controlar las actitudes de los demás, pero sí nuestras reacciones.
Cuando nos vemos rodeados de ira y de actitudes hostiles, podemos exhibir el corazón del Príncipe de paz al responder de una manera bondadosa y pacífica. De este modo, demostraremos la actitud de nuestro Salvador en un mundo de creciente agresividad.
El mundo necesita una paz que supere todo malentendido. (RBC)