Todos estaban equivocados respecto al arca
del pacto (un objeto del tabernáculo que representaba el trono de Dios).
Después de perder una batalla contra los filisteos, Israel envió mensajeros a
Silo para pedir que el arca fuese transportada a Eben-ezer, el lugar donde
acampaba el ejército.
Cuando llegó el arca, los israelitas
celebraron con tanto fervor que, a lo lejos, en Afec, el enemigo llegó a
oírlos. La llegada del arca hizo que los filisteos temieran y que los
israelitas cobraran valor.
Ambos estaban equivocados. Los israelitas
llevaron el arca a la batalla y volvieron a caer aplastados por los filisteos,
los cuales la capturaron. Otro error. Los filisteos se enfermaron y sus dioses
fueron destruidos.
Podemos entender el error de los filisteos,
ya que adoraban a los ídolos, pero los israelitas tendrían que haber sido más
sabios. No consultaron a Dios en cuanto a cómo usarla. Si bien sabían que,
anteriormente, el arca se había llevado a las batallas (Josué 6), no
consideraron que lo que hizo que Israel derrotara a Jericó no fue la
participación del arca, sino el plan de Dios.
Independientemente de los recursos que tengamos,
fracasaremos a menos que los usemos según el plan divino. Estudiemos la Palabra
de Dios, oremos pidiendo su dirección y confiemos en su guía (Salmo 91:2) antes
de lanzarnos a cualquier aventura de fe.
Nosotros vemos en
parte; Dios ve la totalidad. (RBC)