John Wayne, un famoso actor norteamericano e
ícono cinematográfico, dijo una vez: «Habla suave, habla despacio y no digas
demasiado». A mí me cuesta seguir su consejo porque hablo rápido y no siempre
lo hago con suavidad ni limito mis palabras. Sin embargo, esta idea de
controlar nuestro lenguaje puede ser una herramienta útil cuando se trata del
enojo. La Biblia dice que uno debe ser «tardo para hablar» (Santiago 1:19), y
que «la blanda respuesta quita la ira» (Proverbios 15:1).
Gedeón respondió con suavidad durante un
enfrentamiento verbal con algunos israelitas (Jueces 8). Después que su
ejército derrotó a los madianitas, un grupo de conciudadanos lo criticó
duramente (v. 1). Estaban ofendidos porque no habían participado en la parte
más importante de la batalla. Gedeón no reaccionó con una respuesta áspera,
sino que les recordó que habían capturado y asesinado a los príncipes de
Madián. También honró a los hombres preguntándoles: «¿… qué he podido yo hacer
comparado con vosotros?». Finalmente, «el enojo de ellos contra él se aplacó,
luego que él habló esta palabra» (v. 3).
Con la ayuda de Dios, podemos aplacar las
situaciones caldeadas si controlamos nuestras palabras. Responder con
amabilidad y delicadeza a las personas enojadas puede fomentar la unidad.
Muérdete la lengua
antes de que esta despedace a los demás. (RBC)