¿Qué hacemos cuando estamos atrapados en una
situación complicada y sin saber hacia dónde ir? Quizá, como los discípulos que
se enfrentaron con una tormenta amenazadora, corremos hacia Jesús (Marcos
4:35-41). Sin embargo, a veces, tal vez tratamos de salir del apuro
vengándonos, difamando al que nos causó el problema o escondiéndonos
desesperados y atemorizados en un rincón.
Debemos aprender de los discípulos que
acudieron rápidamente a Jesús como su única esperanza. Tal vez Él no nos libere
de inmediato, pero ¡recordar que está en nuestra barca marca la diferencia!
Gracias a Dios, Él siempre está con nosotros en las tormentas de la vida, y
dice cosas tales como «calla, enmudece» (v. 39). Así que, míralo en medio de tu
tormenta y deja que te llene de la paz que surge de saber que Él está cerca.
Que Dios sea tu
primera opción cuando las tormentas de la vida te amenacen. (RBC)