Pablo quería que la gente de la iglesia de
Roma tuviera un estándar del amor aun más elevado. Tanto los fuertes como los
débiles en la fe se juzgaban y descalificaban entre sí (Romanos 14:1-12). Se
despreciaban cuando discutían sobre qué alimentos estaban permitidos (vv. 2-3)
y qué fiestas debían guardar (vv. 5-6). Pablo los desafió: «Sigamos lo que
contribuye a la paz y a la mutua edificación» (v. 19). Les recordó que debían
ocuparse sinceramente de agradar a los demás y no a sí mismos. Dijo: «Porque ni
aun Cristo se agradó a sí mismo…» (15:3), sino que sirvió.
Únete a la campaña de amar a los demás a
pesar de nuestras diferencias… así glorificarás a Dios (v. 7).
La amabilidad es
simplemente amor desbordando en pequeños detalles. (RBC)