Durante el viaje de primavera que
los alumnos del colegio secundario hicieron a Jamaica, visitaron un hogar para
jóvenes problemáticos que habían transgredido la ley o cuyas familias no podían
controlarlos.
No era una situación cómoda para
ninguno de ellos, debido a sus culturas diferentes. ¿De qué hablarían? ¿Cómo se
relacionarían?
No llevó mucho tiempo averiguarlo. A
los pocos minutos de llegar, comenzó un encuentro de fútbol, ya que varios de
los alumnos estadounidenses invitaron a algunos jóvenes jamaiquinos a
participar de una competencia briosa.
El partido de fútbol fue fundamental
para romper el hielo y les dio la oportunidad de conocerse mientras pateaban el
balón de un lado al otro. Después del juego, la charla se hizo más fácil y las
amistades se entablaron con mayor rapidez porque tenían un interés en común.
En Hechos 17, el apóstol Pablo demostró
cómo hacer para sortear barreras y establecer un diálogo. Habló con los
atenienses sobre algo que era un interés compartido: la adoración. Asimismo,
nosotros podemos usar los deportes para hablar con los compañeros de trabajo o
el tema de cortar el césped en el caso de un vecino. Las posibilidades son
ilimitadas.
Para llegar a la gente que necesita
escuchar sobre el amor de Dios, busquemos un lenguaje en común… y observemos
cómo desaparecen las barreras.