En respuesta a las acusaciones de los
medios de comunicación por escándalo e indecencia, el político culpable
respondió con el siguiente pretexto: «No recuerdo tales acontecimientos». No
obstante, este fue otro intento de una figura pública de aplicar una estrategia
llamada «negación plausible». Ocurre cuando un individuo trata de crear una red
de protección personal buscando convencer a los demás de que desconocía los
sucesos en cuestión. Otra persona es imputada y se convierte en el chivo
expiatorio que paga por los agravios del culpable.
Por lo tanto, es sabio confesar con
humildad nuestras ofensas al Señor. Él desea que admitamos la verdad (Salmo
51:6). La única manera de librarnos del pecado y restaurar nuestra comunión con
Dios es reconocerlo y confesárselo a Él (vv. 3-4).
Podemos conseguir engañar a otros, pero Dios conoce nuestro corazón. (RBC)