La universidad donde estudié tiene una
torre adornada con una escultura titulada El Segador. Debajo de la figura,
aparece una inscripción tomada de Gálatas 6:7: «Todo lo que el hombre
sembrare». La Universidad Estatal de Michigan continúa siendo un baluarte en
investigación agrícola; no obstante, a pesar de los numerosos adelantos en las
técnicas de labranza y la producción de granos, esta verdad permanece
inamovible: las semillas de trigo no producirán frijoles.
Jesús empleó muchas metáforas agrícolas
para explicar el reino de Dios. En la parábola del sembrador (Marcos 4),
comparó la Palabra de Dios con semillas sembradas en diferentes tipos de
terreno. Tal como se indica allí, el sembrador siembra de manera
indiscriminada, sabiendo que algunas semillas caerán en lugares donde no van a
crecer.
Al igual que Jesús, debemos sembrar
semillas buenas en todo lugar y sin cesar. Dios es responsable de dónde caen y
de cómo crecerán. Lo importante es que sembremos. El Señor no quiere que
cosechemos destrucción; por eso, desea que sembremos lo bueno y recto
(Proverbios 11:18). El apóstol Pablo amplió esta misma metáfora al advertirles
a los creyentes que no sembraran semillas de corrupción, sino aquellas que
produjeran la vida eterna (Gálatas 6:8).
La respuesta a «¿qué siembro?» es:
«Siembra lo que quieras cosechar». Para que tu vida produzca una buena cosecha,
siembra semillas de bondad.