Cuando la gente le pregunta a Michael St.
Jacques, un sacerdote franciscano, qué ropa usa, él responde: «Se llama
hábito». Lleva esta túnica marrón distintiva por un motivo específico. St.
Jacques le dijo a la revista Hemispheres: «Nosotros decidimos si queremos
vestirla o no, y muchos hacemos un verdadero esfuerzo para usarla porque actúa
como un imán. Las personas me cuentan cosas que nunca le dijeron a nadie.
Algunas de ellas, completamente desconocidas, me confiesan algo que hicieron
hace 30 años y preguntan si Dios puede perdonarlas». Podría decirse que Michael
está vestido de «accesibilidad».
En los Evangelios, vemos que a Jesús se le
acercaba todo tipo de gente dondequiera que Él iba. Lo hacían para recibir
enseñanza, ayuda, sanidad, aceptación y perdón. Cuando algunos lo criticaron
por juntarse con recaudadores de impuestos y con pecadores, personas que ellos
consideraban indeseables, el Señor dijo: «Los sanos no tienen necesidad de
médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores»
(Marcos 2:17).
¿Las personas nos ven como seres distantes o
accesibles? Cuando llegamos al punto de estar tan concentrados en nuestros
planes que no tenemos tiempo para los demás, no estamos vestidos con el
espíritu de Cristo.
Cuando el Salvador vive a través de nosotros,
Sus brazos extendidos invitan a la gente a abrir su corazón y a descargar su
alma agobiada.