Leslie y sus dos hijas estaban a punto
de ser desalojadas de su casa. Aunque ella creía que Dios podía ayudarlas,
hasta ese momento, el Señor no había dado ninguna señal de cómo lo haría.
Leslie se preguntaba: ¿Dónde está Dios? Mientras se dirigía hacia los
tribunales, le pidió al Señor que interviniera. Entonces, escuchó una canción
en la radio, que decía: «¡Dios está aquí! Regocíjense los quebrantados de
corazón». ¿Sería esta la confirmación de parte de Él que ella anhelaba
escuchar?
Dentro del juzgado, Leslie se presentó
ante el juez, escuchó el veredicto y firmó los documentos legales, pero Dios
todavía no le había respondido.
Mientras caminaba hacia su automóvil,
un camión se detuvo al lado de ella. «Señora —dijo el conductor—, escuché su
testimonio en el juzgado, y creo que Dios quiere que la ayude». Y así lo hizo.
Gary ayudó a Leslie a contactarse con una mujerl que pudo intervenir entre las
partes para anular la causa y permitir que ella y sus hijas regresaran a su
casa.
Cuando la gente pregunta «¿dónde está
Dios?», la respuesta es «aquí mismo». Una de las formas en que el Señor obra es
a través de creyentes como Gary que continúan la tarea que comenzó Jesús: sanar
a los quebrantados de corazón y vendar sus heridas (Salmo 147:3).
Cuando amamos a Dios, servimos a la gente. (RBC)