He
estado en varias cumbres de montañas, y puedo decir que allí no crecen muchas
plantas. Las superficies son rocosas y están cubiertas de líquenes. Por lo
general, no es un lugar donde abundan los granos.
Pero
Salomón, quien escribió el Salmo 72, le pidió a Dios que hubiera «…un puñado de
grano […] en las cumbres de los montes» (v. 16) para que eso caracterizara su
reinado. Si el grano en las montañas es algo tan inusual, ¿qué está sugiriendo
Salomón? ¿Que el poder de Dios puede producir resultados aun en los terrenos
menos prometedores?
Quizá
te consideres una persona insignificante, con poco para ofrecer al reino de
Dios. No te desanimes: el Señor puede producir una cosecha abundante a través
de ti. Esta es una de las ironías de la fe: Dios utiliza lo insignificante para
llevar a cabo grandes cosas. Nosotros, en su mayoría, no somos ni sabios ni
nobles, sino anónimos y alejados de lo extraordinario. Sin embargo, todos
podemos ser útiles. Y al contrario de lo que tal vez pensemos, se debe a que
Dios puede utilizar nuestra debilidad (1 Corintios 1:27-29; 2 Corintios 12:10).
Es posible estar demasiado inflados u orgullosos como para que Dios nos utilice, pero nunca podremos ser demasiado insignificantes. Al sacar «fuerzas de debilidad», somos hechos «fuertes» (Hebreos 11:34). El gran poder de Dios nos capacita para llevar a cabo todo lo que Él nos ha llamado a hacer.