Cuando era niño, aprendí una larga palabra en
inglés que me divertía pronunciar: antidisestablishmentarianism. ¡Qué bueno
para destrabar la lengua! Hace poco, me ocupé de buscar el significado. El
diccionario la define como «la doctrina o posición política que se opone a la
separación entre iglesia y estado». La definición es casi tan difícil como la
palabra en sí. Ni yo ni mis compañeros de escuela sabíamos qué quería decir,
pero usar un término tan impresionante hacía que yo pareciera culto.
Cuando el apóstol Pablo enseñaba a otros, no
trataba de impresionarlos. En una carta a los corintios, escribió: «… cuando
fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de
palabras o de sabiduría» (1 Corintios 2:1). «Excelencia de palabras» traduce
unos términos griegos que significan «palabras que suenan fuerte» o «lenguaje
pomposo». Esto implica usar expresiones para exaltar el yo en vez de emplearlas
para instruir a los demás. Pablo era un erudito brillante que expuso sobre los
temas profundos de Dios que contiene la Escritura. Sin embargo, no utilizó un
lenguaje ostentoso para aumentar el reconocimiento personal.
A medida que crezcamos en el conocimiento de
la Palabra de Dios, sigamos el ejemplo de Pablo y cuidémonos de hacer
ostentación de lo que sabemos para parecer cultos. Más bien, utilicemos
palabras apropiadas que edifiquen y animen a los demás.
Saber palabras no
demuestra sabiduría, sino cómo y cuándo las usamos. (RBC)