Dios promovió la paz en el mundo a través de
su Hijo Jesucristo. Cuando Él nació, el mensaje claro e inconfundible de los
ángeles a los pastores fue: «… en la tierra paz, buena voluntad para con los
hombres» (Lucas 2:14).
La definición bíblica de la paz es, en primer
lugar, paz con Dios (Romanos 5:1). El pecado nos hace sus enemigos (v. 10),
pero la venida de Jesús a esta Tierra y su muerte en la cruz aplacaron la ira
divina. Ahora podemos reconciliarnos con Él. Al haber solucionado el problema
de nuestra relación con Dios, Cristo nos capacita para que superemos las
barreras que se interponen entre nosotros y los demás.
Otra clase de paz es tener la paz de Dios
(Filipenses 4:7). No hay necesidad de estar ansiosos por nada, ya que se nos
dice que podemos poner delante del Señor todas nuestras peticiones.
Después de haber traído la paz a este mundo,
Jesucristo está ahora sentado a la diestra del Padre (Hebreos 12:2). Hoy
podemos tener paz con Dios y la paz de Dios.
«La verdadera paz no
es la ausencia de guerra, sino la presencia de Dios». —Loveless (RBC)