Le contó al reportero Ricardo Gándara que uno
de los antiguos empleados siempre les recordaba: «¿Por qué hacemos helados? Es
un alimento delicioso. Estamos aquí para dar gusto a la gente». Y por eso, José
Morris hace helados.
Sabemos que es sumamente importante recordar
por qué hacemos las cosas como seguidores de Cristo. Si lo olvidamos, nos
parecemos a los discípulos que se enojaron y se dividieron al discutir sobre
quién era el más importante. Jesús les recordó que «el Hijo del Hombre no vino
para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos»
(Marcos 10:35-45).
Si nuestro objetivo es compartir con otros la
buena noticia del amor de Dios, no perderemos de vista lo que buscamos ni
seremos ásperos si alguien resiste nuestra invitación o se burla de ella. A
medida que seguimos el sendero de nuestro Señor, caracterizado por un servicio
entrañable y sacrificial, se nos recuerda que Él vino para servir y para
salvar.
Este es el motivo de todo lo que hacemos.
Mantén la mirada em
Dios y no perderás de vista el propósito en la vida. (RBC)