Esta acción casi inexplicable de sacrificio
personal puede ayudarnos a entender por qué la Biblia nos dice que hay una
clase de amor que es más honroso que tener mucho conocimiento y una gran fe (1
Corintios 13:1-3).
Esta clase de amor puede ser difícil de
encontrar. Esto hacía que el apóstol Pablo se lamentara de que hubiese personas
que se preocupaban más de sí mismas que de los intereses de Cristo (Filipenses
2:20-21). Por esta razón, daba tantas gracias por Epafrodito, un colaborador
que «estuvo próximo a la muerte, exponiendo su vida» para servir a los demás
(v. 30).
Si creemos que nunca seríamos capaces de
arriesgar nuestra vida para beneficio de otras personas, el ejemplo solidario
de Epafrodito nos muestra cuál es el primer paso. Esta clase de amor no es
normal ni común, y tampoco surge de nosotros, sino que procede del Espíritu de
Dios que nos da el deseo y la capacidad de sentir por los demás un poco del
afecto indecible que Dios tiene hacia nosotros.
Tu amor a los demás
determina la medida de tu amor a Dios.