Hay varias razones por las que se nos va el
sueño, y en muchos casos, no podemos hacer nada. Pero a veces, ese indeseado
insomnio se debe a ansiedades, preocupaciones o sentimientos de culpa.
Entonces, el ejemplo de David en el Salmo 4 puede ayudarnos. Él clamó a Dios
pidiéndole misericordia y que escuchara su oración (v. 1). También trajo a su
mente que el Señor ciertamente lo oía cuando lo invocaba (v. 3). Por eso, el
salmista nos insta: «Meditad en vuestro corazón estando en vuestra cama, y
callad» (v. 4). Centrar nuestra mente en la bondad, la misericordia y el amor
de Dios, y en su amor a su Palabra, a nuestros seres queridos y a nosotros
puede ayudarnos a confiar en Él (v. 5).
El Señor desea ayudarnos a dejar de lado
nuestras preocupaciones en cuanto a cómo solucionar nuestros problemas, y a
confiar en que Él se ocupará de dar una salida. Dios puede dar alegría a
nuestro corazón (v. 7) para que podamos acostarnos y dormir en paz, porque
solamente Él nos hace vivir confiados (v. 8).
Aun cuando no podamos
dormir, Dios puede darnos descanso. (RBC)