La iglesia de Antioquía, en el siglo i,
experimentó un período de crecimiento emocionante cuando un «gran número creyó
y se convirtió al Señor» (Hechos 11:21). Como resultado, Bernabé y Saulo fueron
a instruir a los creyentes nuevos (vv. 25-26). Pero además de trabajar
arduamente, dedicaban tiempo para buscar al Señor con oraciones y ayuno
(13:2-3). De ese modo, Dios les reveló su plan de llevar el evangelio a Asia.
Pocos pueden apartar dos años para pensar y
planificar, pero todos tenemos la posibilidad de incorporar a nuestra agenda un
tiempo para buscar fervientemente al Señor en oración. A medida que le abramos
nuestro corazón y mente, Él nos revelará con fidelidad los pasos que debemos
seguir en la vida y en el servicio, para honrar su nombre.
Orar es tan
importante como respirar. (RBC)