Tal vez José sintió lo mismo cuando terminó
preso por un delito que no había cometido (Génesis 39). Abandonado y olvidado
por todo ser humano que pudiera ayudarlo, estaba varado. Sin embargo, «el Señor
estaba con José y le extendió su misericordia, y le dio gracia» (v. 21). Con el
tiempo, el carcelero lo puso a cargo de los presos, y todo lo que José hacía
«el Señor lo prosperaba» (v. 23). No obstante, aunque Dios estaba presente y lo
bendecía, siguió preso durante años.
Quizá estés varado en la sala de un hospital,
en una celda, en un país lejos de tu casa o en tu propia cárcel interior.
Independientemente de dónde estés o de cuánto hayas estado allí, la
misericordia y la gracia de Dios pueden alcanzarte. Como Él es el Todopoderoso
(Éxodo 6:3) y está en todas partes (Jeremías 23:23-24), es capaz de protegerte,
promoverte y sustentarte cuando pareciera que nadie puede ayudarte.
Dios está presente…
aun cuando nos parece que no. (RBC)