Una
noticia procedente de Australia relataba la historia de Pascale Honore, una
mujer parapléjica que, después de 18 años de estar confinada a una silla de
ruedas, ha vuelto a practicar surf. ¿Cómo?
Ty
Swan, un joven surfista, la sujeta a su espalda con cinta adhesiva resistente.
Después de lograr el equilibrio perfecto, Ty se interna en el océano para
encontrar una buena ola, de modo que Pascale pueda experimentar la emoción de
surfear. Esto requiere una confianza tremenda, ya que muchas cosas pueden salir
mal. Sin embargo, ella confía tanto en Ty que, a pesar del peligro, eso le
permite disfrutar de un sueño hecho realidad.
Para
el seguidor de Cristo, la vida es similar a esto. Vivimos en un mundo
peligroso, lleno de desafíos impredecibles y de peligros que no se ven. No
obstante, tenemos gozo porque conocemos a Alguien que es lo suficientemente
fuerte como para ayudarnos a atravesar las agitadas olas de la vida que
amenazan revolcarnos. El salmista escribió: «Pero alégrense todos los que en ti
confían; den voces de júbilo para siempre, porque tú los defiendes…» (Salmo
5:11).
Al
enfrentarnos a los grandes peligros y desafíos de la vida, podemos descubrir un
gozo que nace de nuestra confianza en Dios. ¡Su fortaleza es más que
suficiente!
Nuestra
fe se extiende al cambiar nuestra debilidad por la fortaleza de Dios. (RBC)