Heroína
para una generación que creció después de la Segunda Guerra Mundial, Corrie ten
Boom dejó un legado de piedad y sabiduría. Víctima de la ocupación nazi en los
Países Bajos, sobrevivió para relatar su historia de fe y dependencia de Dios
durante su horrendo sufrimiento.
«He
tenido muchas cosas en las manos —dijo Corrie una vez—, y las perdí todas, pero
todo lo que he colocado en las manos de Dios aún lo poseo».
Ella
sabía muy bien qué significaba perder algo. Perdió su familia, sus posesiones y
años de su vida a manos de personas llenas de odio. No obstante, aprendió a
concentrarse en lo que podía ganarse en las esferas espiritual y emocional, al
colocar todo en las manos de su Padre celestial.
¿Qué
significa esto para nosotros? ¿Qué debemos colocar en las manos de Dios para
que Él lo proteja? Según la historia del joven rico en Marcos 10, todo. Este
hombre tenía gran abundancia en sus manos, pero, cuando Jesús le pidió que lo
diera todo, se negó. Se aferró a sus posesiones y no siguió al Señor. Como
resultado, «se fue triste» (v. 22).
Tal
como Corrie ten Boom, podemos encontrar esperanza al poner todo en las manos de
Dios y, después, confiarle los resultados.