Un
muchachito llamado Roberto empezó a pelearse con Daniel en el patio de la
escuela después de un partido de fútbol. El maestro los separó, y ambos
terminaron en la oficina del director. Más tarde, Daniel dijo: «Y por supuesto,
como siempre, los dos nos metimos en problemas». Pero también contó que había
aprendido una lección: «Dios siempre está con nosotros aunque nos metamos en
muchos otros problemas como este».
La
nación de Israel atravesaba un gran problema. Sin embargo, el Señor le prometió
al nuevo líder de los israelitas: «… no te dejaré, ni te desampararé» (Josué
1:5). Josué estaba asumiendo el liderazgo de la nación después de la muerte de
Moisés, justo antes de que entraran en la tierra prometida. Los problemas se
vislumbraban en el horizonte ante las futuras e innumerables campañas militares
contra sus enemigos (8:3; 9:1-2). Sin la presencia de Dios, no podrían empezar
a conquistar la tierra.
Josué
tenía una profunda fe en el Señor, tal como se evidenció cuando fue a espiar la
tierra de Canaán (Números 14:6-9). No obstante, cuando asumió la función de
líder, Dios bondadosamente le recordó que su presencia lo ayudaría a ser
valiente. Lo mismo les promete hoy a sus hijos (Hebreos 13:5-6).
Para
los hijos de Dios de todas las épocas, es una lección reconfortante saber que
el Señor está siempre con nosotros. Incluso, cuando «nos metemos en muchos
problemas como este».