Cuando los actores y las actrices
filman una película, el director es el único que ve el «cuadro completo» y el
objetivo general. Marion Cotillard admite que no entendía todo lo que hacía el
director en uno de los filmes en que participó recientemente: «Me resultó muy
interesante permitirme estar perdida, porque sabía que tenía aquella guía
asombrosa […]. Te entregas a una historia y a un director que hará que todo
funcione».
Creo que Josué podría haber dicho algo
similar sobre el director de su vida. En el pasaje bíblico de hoy, el recién
nombrado líder de Israel estaba parado a las puertas de la tierra prometida.
Más de dos millones de israelitas lo consideraban su líder y guía. ¿Cómo
actuaría? Dios no le dio un guión detallado, pero le aseguró que iría con él.
El Señor le dijo: «estaré contigo; no
te dejaré, ni te desampararé» (Josué 1:5). Le mandó que estudiara y pusiera en
práctica todo lo que estaba escrito en su Palabra (vv. 7-8), y prometió estar
con él dondequiera que fuera. Josué respondió con total devoción y se sometió a
su asombroso Guía, y «no faltó palabra de todas las buenas promesas que el
Señor había hecho a la casa de Israel; todo se cumplió» (21:45).
Nosotros también podemos entregarnos a
la órdenes de nuestro Director y descansar en su fidelidad.