En Jueces 3:31, un hombre relativamente desconocido, llamado Samgar, liberó a Israel de los filisteos sin ayuda de nadie. ¿Cómo? Obtuvo una gran victoria matando 600 filisteos únicamente con una aguijada de bueyes (un palo afilado en un extremo para estimular a los animales que se mueven lentamente).
En Éxodo, cuando Dios le pidió a Moisés que sacara al pueblo de Israel de Egipto, este tuvo miedo de que la gente no lo escuchara ni lo siguiera. Entonces, el Señor le preguntó: «¿Qué es eso que tienes en tu mano?» (4:2). Él respondió: «Una vara». Así, pues, Dios usó esa vara en manos de Moisés para convencer al pueblo de que lo siguiera, convertir el Río Nilo en sangre, enviar plagas tremendas sobre Egipto, dividir el Mar Rojo y hacer milagros en el desierto.
La vara de Moisés y la aguijada de Samgar, cuando estuvieron dedicadas a Dios, se convirtieron en poderosas herramientas. Esto nos ayuda a ver que el Señor puede usar lo poco que tenemos para hacer grandes cosas cuando lo sometemos a Su control. Dios no busca personas con talentos notables, sino aquellas que se dediquen a seguirlo y a obedecerle.
Lo poco se transforma en mucho cuando está en las manos de Dios. (RBC)