Esos horrorosos acontecimientos no son los únicos recuerdos dolorosos del 11 de septiembre. También es el aniversario de la muerte de mi suegro. Su pérdida se siente profundamente en la familia y en su círculo de amistades".( B. C.– escritor americano).
Independientemente de la clase de tristeza que experimentemos, hay un solo consuelo verdadero: la misericordia de Dios. Desde su corazón quebrantado, David clamó a su Padre celestial, diciendo: «Ten misericordia de mí, oh Jehová, porque estoy en angustia; se han consumido de tristeza mis ojos, mi alma también y mi cuerpo» (Salmo 31:9). Solo en la misericordia del Señor podemos hallar consuelo para nuestro dolor y paz para nuestros corazones atribulados.
En toda pérdida, podemos acudir al verdadero Pastor, Jesucristo, que es el único que puede sanarnos de la angustia y el quebrantamiento.
Cuando Dios permite que suframos, también nos brinda consuelo. (RBC)