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Estos niños tienen razón al pensar que Dios
es el dueño y el creador de todas las cosas, Aquel que puede pintar hermosos
atardeceres. Pero ¿cómo se autodescribe Él?
Justo antes de que Moisés guiara a los
israelitas al desierto, necesitó una respuesta a este interrogante. Quería que
el Señor le confirmara su dirección y su presencia; así que, le pidió que se le
revelara (Éxodo 33:13, 18). Para contestarle, Dios descendió en una nube y
declaró: «¡Señor! ¡Señor! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira,
y grande en misericordia y verdad; […] que de ningún modo tendrá por inocente
al malvado…» (34:5-7). Él es bueno y justo.
Nosotros también podemos conocer a este Dios
y estar seguros de su compañía. Él se ha revelado en su creación y en su
Palabra. Cuando le pidamos que se nos manifieste, ¡descubriremos que es más que
el dueño y el creador de todas las cosas!
En un mundo de
superlativos, Dios es lo más grandioso. (RBC)
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