El GPS (sistema de posicionamiento
global) es la herramienta más novedosa para ayudar a los viajeros a encontrar
la mejor ruta hacia su destino, pero mi esposo y yo todavía viajamos a la
antigua usanza: con mapas. Como Jay suele ser el conductor, está preestablecido
que yo haga la tarea de copiloto. Por lo general, no tengo problema para
orientarme, pero cuando el automóvil está en movimiento, me despista. Aunque sé
adónde quiero llegar, no puedo determinar la mejor manera de hacerlo si no nos
detenemos para averiguar dónde estamos. Necesito orientarme. (D.F. – escritora americana)
Lo mismo se aplica a nuestra vida
espiritual. Cuando tratamos de descifrar el camino que el Señor quiere que
transitemos, necesitamos detenernos y orientarnos. Si no lo hacemos, es
probable que terminemos perdidos en lugares, situaciones o relaciones
interpersonales indeseadas.
Para ayudar a sus discípulos a andar
por la vida y abrirse paso a través de las trampas y las tentaciones del mundo,
Jesús solía decirles: Paren. Paren de quejarse, paren de juzgar por las
apariencias, paren de dudar, y crean (Juan 6:43; 7:24; 20:27). Para seguir a
Jesús, a menudo tenemos que ponerle freno a ciertas prácticas equivocadas. Al
depender de su guía, aprenderemos a ir por el camino que Él afirma que es el
correcto.