Una noche, un pastor iba camino a la
iglesia cuando un ladrón sacó un arma y le exigió que le diera el dinero; si no
lo hacía, lo mataba. Cuando el hombre metió la mano en el bolsillo para
entregarle su billetera, el delincuente vio su cuello clerical y dijo: «Veo que
es sacerdote. Está bien, váyase». El pastor, sorprendido por la inesperada
acción piadosa del ladrón, le ofreció un dulce. El ladrón respondió: No,
gracias. No como dulces durante la Cuaresma».
El hombre había rechazado el dulce como
un supuesto sacrificio por la Cuaresma, ¡pero su conducta de ladrón mostraba su
verdadero carácter! Según el escritor de Proverbios, el comportamiento es el
mejor indicador de lo que uno es. Si alguien dice que es piadoso, sus palabras
solo pueden verificarse con acciones acordes (20:11). Esto también era cierto
en cuanto a los líderes religiosos de la época de Jesús. Él condenó a los
fariseos y expuso su falsedad porque profesaban ser piadosos, pero sus vidas
llenas de pecado lo negaban (Mateo 23:13-36). Las apariencias y las palabras
son engañosas; el comportamiento es lo que mejor juzga el carácter. Esto se
aplica a todos.
Como seguidores de Jesús, demostramos
nuestro amor a Él con lo que hacemos; no solo con lo que decimos. Que nuestra
devoción a Dios, debido a su amor por nosotros, se revele hoy en nuestras
acciones.