Un hotel de Kansas, de 60 años de
antigüedad, está siendo restaurado para convertirlo en apartamentos. Lo mismo
sucede con un barco oxidado, amarrado en Filadelfia, al que transformarán en un
hotel o en un museo. Al Hangar 61, una notable obra arquitectónica de un
antiguo aeropuerto de Colorado, están remodelándolo para usarlo como iglesia.
Cada edificio tenía un uso específico que ya no es viable. No obstante, alguien
fue capaz de prever una perspectiva y un nuevo propósito para cada
construcción.
Si los edificios pueden hallar vida y
propósito renovados, ¿por qué no la gente? Piensa en aquellos personajes
bíblicos cuyas vidas dieron un giro inesperado. Allí estaba Jacob, que luchó
contra el ángel del Señor (Génesis 32); Moisés, que habló con una zarza ardiente
(Éxodo 3); Pablo, que estuvo temporalmente ciego (Hechos 9). Sus historias eran
distintas, pero todos experimentaron un cambio de objetivo cuando su encuentro
con Dios los guió por un camino nuevo.
Nosotros también podemos atravesar
circunstancias que transformen el curso de nuestra vida. No obstante, Dios nos
recuerda lo siguiente: Yo te amé antes de que tú me amaras. Quiero darte
esperanza y un futuro promisorio. Entrégame todas tus preocupaciones porque yo
te cuidaré. (1 Juan 4:19; Jeremías 29:11; 1 Pedro 5:7; Juan 10:10).
Cuando te aferres a las promesas de
Dios, pídele que te muestre una nueva dirección y propósito en tu vida.
Mantén la mirada en Dios y no perderás de vista el propósito de la vida. (RBC)