Celebrar sus 60 años, Denis cambió realmente
su perspectiva de la vida: solía pensar que la gente sexagenaria era «vieja».
Después, empezó a contar la cantidad de años de vida productiva que podrían
quedarle y decidió que serían diez. Seguió pensando de esta forma, obcecadamente,
hasta que recordó a un compañero de trabajo muy productivo que tenía 85 años.
Así que, lo buscó para preguntarle cómo había sido su vida después de los 60. Contó
sobre algunas de las maravillosas oportunidades de servicio que Dios había dado
en los últimos 25 años.
El apóstol Pablo, al referirse a sí mismo
como «anciano», en Filemón 9, ciertamente razonaba con mi propio sentir sobre
la edad: «… siendo como soy, Pablo ya anciano, […] te ruego por mi hijo Onésimo
(vv. 9-10). Pablo estaba pidiéndole a Filemón que volviera a recibir a su
siervo Onésimo, que había huido. Algunos eruditos creen que el apóstol tenía
alrededor de 50 años cuando escribió esto; sin duda, no era una persona de la
tercera edad, según los parámetros actuales. Sin embargo, la expectativa de
vida en aquellos tiempos era mucho menor. Aun así, a pesar de ser consciente de
que ya era adulto, continuó sirviendo al Señor muchos años más.
Aunque experimentemos limitaciones físicas o
de alguna otra clase, lo que realmente importa es que sigamos haciendo lo que
podamos para el Señor hasta que Él nos llame a nuestro hogar celestial.
Dios puede utilizarte
a cualquier edad… si estás dispuesto. (RBC)