En su lucha por encontrarle sentido a la
abrumadora pérdida de su salud, riqueza e hijos, Job, un personaje del Antiguo
Testamento, consideró una y otra vez la creación divina y declaró: «[Dios]
extiende el norte sobre vacío, cuelga la tierra sobre nada» (Job 26:7). Se
maravillaba frente a las nubes que no se rompían por el peso del agua que
contenían (v. 8) y ante el horizonte «hasta el fin de la luz y las tinieblas»
(v. 10); aun así, los llamó «sólo los bordes de sus caminos» (v. 14).
La creación en sí no respondió las preguntas
de Job, pero los cielos y la Tierra señalaban a Dios el Creador, el único que
podía auxiliarlo y darle esperanza.
El Señor que sostiene el universo «con la
palabra de su poder» (Hebreos 1:3; Colosenses 1:17) controla diariamente
nuestra vida. Las experiencias que parecen estar «sobre [el] vacío» están todas
aseguradas por el poder y el amor de nuestro Padre celestial.
Cuando reflexionamos en el poder del Dios de la creación,
vemos cuánto nos cuida. (RBC)