El hábitat seguro de la planta me recordó la
letra de este conocido himno: «Roca de la eternidad, fuiste abierta para mí; sé
mi escondedero fiel». Estas palabras expresan lo que muchos queremos cuando nos
encontramos con gente con malas intenciones; personas caracterizadas por el
orgullo, la crueldad y un desprecio hacia Dios (Salmo 94:4-7). Cuando somos el
blanco de la maldad de alguien, podemos recordar el testimonio del salmista:
«Mas el Señor me ha sido por refugio, y mi Dios por roca de mi confianza» (v.
22).
Como nuestra roca, el Señor es confiable y
fuerte. Como nuestro refugio, puede brindarnos seguridad hasta que pasen los
problemas. El salmista nos recuerda: «… debajo de sus alas estarás seguro…»
(Salmo 91:4). Con Dios como nuestro defensor, no debemos temer lo que hagan los
demás. Podemos confiar en que Él nos sostendrá cuando surjan dificultades.
Puedes encontrar
refugio en la Roca de los siglos. (RBC)