A finales de la década de 1980, Klavan
atravesaba el peor momento de su vida y pensaba suicidarse. Entonces, escuchó
una entrevista a Carter después de un partido. Su equipo, los New York Mets,
había ganado, y el maduro jugador había colaborado corriendo esforzadamente en
un momento crucial del partido. Le preguntaron cómo había podido hacerlo con
sus rodillas tan doloridas. Klavan escuchó su respuesta: «A veces, uno
simplemente tiene que jugar con dolor». Esa simple declaración lo ayudó a salir
de su depresión. «¡Yo también puedo hacerlo!», declaró. Animado, encontró
esperanza… y más tarde, puso su fe en Cristo como Salvador.
La consoladora verdad detrás de la afirmación
de Carter proviene de Lamentaciones. Quizá enfrentemos tristezas, dolores y
dificultades, pero no tenemos que hundirnos en la auto conmiseración. El mismo
Dios que permite que suframos también derrama sobre nosotros su abundante
consolación (Lamentaciones 3:32). Con el amor del Señor que nos levanta,
podemos (si es necesario) «jugar» con dolor.
Dios te librará del
sufrimiento o te dará gracia para soportarlo. (RBC)