No es buena idea andar por la vida pensando
que somos invencibles y que todo va a salir bien, para después descubrir que
somos mucho más frágiles de lo que pensábamos. Solo hace falta una llamada del
médico diciendo que tenemos una enfermedad casi mortal o el viraje brusco de un
conductor descuidado delante de nosotros para que recordemos que la vida es
sumamente incierta. ¡No hay garantía de nada! Nadie puede estar seguro de que
seguirá respirando. Por eso, el salmista da un consejo importante… una etiqueta
de advertencia, por así decirlo: «Enséñanos de tal modo a contar nuestros días,
que traigamos al corazón sabiduría» (Salmo 90:12).
Decidamos vivir como si fuera nuestro último
instante en este mundo, amando más intensamente, con mayor disposición a
perdonar, dando más generosamente y hablando con más delicadeza.
Esta es la manera de manejar la vida con
cuidado.
El ayer pasó; el
mañana es incierto; el hoy está aquí ahora, usémoslo sabiamente. (RBC)