Es interesante notar qué veía Jesús cuando se
encontraba con la gente. Su conversación con un joven rico que buscaba tener
vida eterna se registra en los Evangelios de Mateo, Marcos y Lucas. Marcos
incluye este detalle en su narración: «Entonces Jesús, mirándole, le amó…»
(Marcos 10:21). Algunos tal vez consideraron que este hombre era arrogante (vv.
19-20), mientras que otros quizás envidiaron su riqueza; sin embargo, Jesús lo
miró y lo amó.
A menudo, nos centramos en la triste partida
del hombre y su aparente falta de disposición para renunciar a sus
riquezas y seguir a Jesús (v. 22). Cuando los discípulos se preguntaron en voz
alta sobre cuán difícil es que un rico entre en el reino de Dios (v. 26),
«Jesús, mirándolos, dijo: Para los hombres es imposible, mas para Dios, no;
porque todas las cosas son posibles para Dios» (v. 27).
Hoy Dios nos ve a
través de ojos de amor y nos invita a seguirlo. (RBC)