Cuando Shayla McKnight se presentó para
un trabajo en una compañía editorial de servicios por Internet, se sorprendió
al enterarse de que la empresa tenía una política de tolerancia cero contra el
chisme. Se insta a los empleados a hablar directamente unos con otros en vez de
andar murmurando sobre los compañeros de trabajo. Si se los descubre
chismeando, son reprendidos, y si siguen haciéndolo, los despiden.
Mucho antes de que una empresa
implementara esta política, Dios ya había hablado sobre Su política de
tolerancia cero ante el chisme y la calumnia dentro de Su pueblo (Levítico
19:16). Se prohibían las conversaciones frívolas que necia y maliciosamente
difundían rumores o hechos sobre otra persona.
Salomón dijo que hablar mal de otros
podía tener efectos desastrosos. Traiciona la confianza (Proverbios 11:13),
separa a amigos íntimos (16:28; 17:9), avergüenza y entristece con una mala
reputación (25:9-10), y aviva permanentemente las brasas de una pelea
(26:20-22). Solo en pocas ocasiones, la gente puede revertir el daño que
producen sus palabras falsas en otras personas.
Pidámosle al Señor que nos ayude a no
involucrarnos en conversaciones perjudiciales sobre los demás. Él desea que
cuidemos nuestra boca y que expresemos todo lo bueno que sepamos de alguien.