¿Lo hago o no lo hago? Marilina se enfrentó
con esta pregunta cuando plantó un retoño el verano pasado. El vendedor le
aconsejó: «Colóquele una estaca durante un año para que lo sostenga durante los
vientos fuertes. Después, quítela para que las raíces se hagan profundas». Pero
un vecino le dijo: «Ponerle una estaca puede hacerle más mal que bien. El
árbol necesita fortalecer sus raíces desde el principio. Si no, tal vez no lo
haga nunca. Sin la estaca durará más tiempo».
¿Puede está pregunta aplicarse también a las
relaciones interpersonales? Por ejemplo, si alguien se ha metido en problemas,
¿«lo amarramos a una estaca» para rescatarlo o dejamos que «eche raíces
profundas» por sí solo mientras enfrenta las consecuencias de sus decisiones?
Sin duda, depende de lo que parezca mejor para su bienestar espiritual a largo
plazo. ¿Qué hace el amor y cuándo lo hace? Proverbios 19 ofrece
perspectivas opuestas: debemos apiadarnos y ayudar (v. 17 lbla), pero también
es peligroso rescatar a otro porque tal vez haya que hacerlo otra vez
(v. 19 lbla). Brindar la ayuda correcta exige una sabiduría superior
a la nuestra.
Dios no nos ha dejado librados al azar, sino
que nos dará sabiduría cuando se la pidamos. Y en la medida en que nos apoyemos
en el Señor, nos arraigaremos más profundamente en Él.