Cuando uno es alumno universitario, el
dinero escasea bastante. Por eso, cuando hay comida gratis, los estudiantes
aparecen a cualquier hora y en cualquier lugar. Si una empresa quiere
incorporar nuevos empleados, atrae a los jóvenes en los campus de las universidades
ofreciéndoles pizza gratis para que asistan a una presentación. La comida en el
presente parece ser más importante que el trabajo para el futuro.
Jesús alimentó a una multitud de 5.000
personas y, al día siguiente, muchos fueron a buscarlo (Juan 6:10-11, 24-25).
Entonces, los desafió con estas palabras: «… me buscáis, no porque habéis visto
las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis» (v. 26). Al parecer,
para algunas personas, la comida era más importante que la vida eterna que Jesús
ofrecía en Su Persona. Les declaró que Él era «… el pan de Dios […] que
descendió del cielo y da vida al mundo» (v. 33). Algunos no le creyeron ni
aceptaron Su enseñanza, «y ya no andaban con él» (v. 66). Lo que buscaban era
comida, pero no al Señor ni lo que se les exigía para seguirlo.
Hoy, Jesús nos invita a acercarnos a
Él, pero no por las bendiciones que proceden de Su mano, sino para recibir la
vida eterna que ofrece y para seguirlo, porque es «el pan de Dios».
Solo Dios puede satisfacer nuestra hambre espiritual. (RBC)