«Sé la persona que Dios quiso que fueras y
encenderás el mundo». Citando estas palabras de Santa Catalina de Siena, el
obispo de Londres empezó su mensaje para el príncipe Guillermo y Kate Middleton
en su boda en la Abadía de Westminster. Muchos de los que miraban por
televisión se emocionaron profundamente cuando el ministro reafirmó la decisión
de ellos de «casarse a la vista de un Dios generoso que amó de tal manera al
mundo que se nos manifestó en la persona de Jesucristo». Más tarde, instó a la
pareja a procurar demostrar un amor cuyo centro se encuentre fuera de ellos.
El hermano de la novia leyó en Romanos 12:
«Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis
vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro
culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de
la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena
voluntad de Dios, agradable y perfecta» (vv. 1-2).
Esa boda real nos recuerda a todos, casados o
solteros, dos maravillosas verdades: (1) El gran amor de Dios que se nos
manifestó en el sacrificio de Jesús, y (2) el deseo del Señor de que
encontremos la transformación y el gozo más significativos en nuestra relación
con Él. ¿Acaso no son estas las claves para convertirnos en las personas que Dios
quiso fuéramos?
Nos convertimos en lo
que Dios quiso que fuéramos si nos entregamos completamente a Él. (RBC)