Este es un recordatorio útil, ya que, a
veces, tendemos a compartimentar nuestra vida. Quizá oramos solamente en las
reuniones en la iglesia, los grupos pequeños de estudio bíblico, los cultos
familiares y el tiempo devocional personal. Pero ¿qué sucede durante las horas
de trabajo? Orar en el trabajo no significa que tenemos que caer de rodillas
con las manos entrelazadas y orar en voz alta, sino que podemos poner delante
de Dios y a lo largo del día las decisiones laborales y las relaciones
interpersonales.
Dondequiera que estemos y sea lo que sea que
hagamos, el Señor quiere formar parte de ello. Cuando la oración entra en cada
aspecto de nuestra vida, ¡quién sabe lo que Dios puede llegar a hacer para su
gloria!
¡La oración verdadera
es una forma de vida, no un desvío de emergencia! (RBC)