En ocasiones, nosotros también necesitamos
que nos recuerden que debemos descansar. En el Salmo 23, aprendemos que nuestro
Buen Pastor «en lugares de delicados pastos [nos hace] descansar» y que nos
guía «junto a aguas de reposo». Sabe que nos hace falta esa tranquilidad y
descanso, aun cuando nosotros no nos damos cuenta.
Nuestro cuerpo está diseñado para descansar
con regularidad. Dios mismo reposó al séptimo día, después de su obra
creadora (Génesis 2:2-3; Éxodo 20:9-11). Jesús sabía que había un tiempo para
servir a las multitudes y otro para descansar. Instruyó a sus discípulos:
«Venid vosotros aparte […] y descansad un poco» (Marcos 6:31). Cuando
descansamos, nos renovamos y reenfocamos. Si llenamos todo el tiempo con
actividades, incluso con cosas válidas, Dios suele captar nuestra atención
haciéndonos acostar y «descansar».
El descanso es un don, una dádiva buena de
nuestro Creador que sabe exactamente lo que necesitamos. Alabémoslo por
hacernos descansar en delicados pastos.
«Si no nos retiramos
y descansamos, podemos desmoronarnos». – Havner (RBC)